Se preguntaba, sin saber una respuesta -todavía- como todos, él tiene miedo, porque sabe que esa palabra lo ha llevado lejos, lo ha elevado al cielo,pero al mismo tiempo lo ha tirado con fuerza al asfalto, lo ha acabado poco a poco y desgastado.
¿cómo un sentimiento que te hace sentir tan bien te puede destruir? -continuaba preguntándose- sentado en su terraza, observaba el cielo oscureciéndose y las nubes lentamente haciéndose más grises, deseaba esta vez con todas sus fuerzas tomar una de esas nubes y sentarse en ella para alejarse de ese lugar que siempre lo hacía pensar y cuestionarse qué tan importante es el pseudo-amor.
Pero no podía evitar el recordar todas esas veces que se dejo llevar por el son de su corazón, y las veces que se ensanchaba tanto que no podía caber en su caja torácica, pero que al mismo tiempo lo hacía flotar en su mundo imaginario de paredes blancas con estrellas brillantes.
tenía miedo -de nuevo- él sabía lo que venía y no lo quería admitir, las paredes que una vez fueron blancas empezaban a tener rasguños, marcas de manos, rastros de besos y abrazos, de manos en el aire, de insultos, llenas de caminatas y de espaldas y de pensamientos. Ya no eran blancas.
Y suspiró lentamente mientras se deslizaba en una de esas paredes para caer sentado en el suelo, vio a su alrededor y ni el brillo de las estrellas podía hacer que las paredes robaran un poquito de blancura.
se abrazó a si mismo -otra vez-
cerro sus ojos con fuerza -y vio todo negro-
pensó y se dijo a sí mismo.
que mi corazón esté bien.
y abrió los ojos.
y las estrellas eran nubes cargadas de lluvia -helada-
Se preguntó:
¿cuándo el amor dejara de buscarme en los días de invierno?
en los días de sepia.
Y preparado -como siempre- tomó su paraguas para caminar en la noche de edificios alucinantes.
llegó a su casa.
y quería un poquito de amor.
no tenía más en su alacena.
y el costo del amor ha subido considerablemente en las últimas temporadas.
ya no había en ningún hogar.
en ninguna pareja.
en ningún amigo.
está escaso.
volvió a cerrar los ojos.
al abrirlos vió a alguien.
de quien, cómo en los cuentos ficticios de hadas.
hizo que las mariposas pasearan por su estómago.
que su corazón corriera en la maratón.
que su sonrisa se ejercitara.
que su cuerpo cantara.
que su voz llorara.
y sus ojos. -oh sus ojos-
dijeran... amor.
y se llenó.
en su cuarto blanco resplandeciente lo encontró de nuevo.
el amor.
y luego las paredes dejaron de ser blancas.
y empezaba el ciclo.
si, vicioso.
lo empezó otra vez.
y se preguntaba...
¿por qué sigo al amor? - otra vez-