Los días no son más que las ganas constantes de dormir.
En un sueño que dure justo lo mismo que los días.
Las horas no son más que los pensamientos recurrentes
que no existan más horas.
Que los minutos duren segundos.
Que el tiempo sea controlable.
Pueda detenerse.
Pueda borrarme en un error de su ciclo.
Que en un soplido, el viento pueda desvanecer mi memoria.
Que los árboles puedan deshojar mi mente.
Y vaciarla.
Que la luz ilumine otro camino, con otro nombre y otro apellido.
Que el dolor que pulsa en mis venas se convierta en agua,
agua limpia, potable, lista para alguien más.
Descargas de energía que en un momento dejarán de palpitar.
La ausencia de la razón, de la confianza, del ser,
Que la noche oscura olvide mi sombra,
Que el sol del día no descubra lo pasado.
Las nubes ilustren de vez en cuando mi sentir.
Que el valor real de las estrellas en mis ojos sea
encontrado antes que caiga la lluvia fría.
Que los grises reinen por la temporada de mayo,
Que las alas de papel y tinta china se decoloren con el paso
del calendario perfumado de sabores dulces y amargos.
Que de una vez, mis palabras, dejen de escribirse.
Que mi voz se coma por dentro.
Que mis manos sean débiles.
Que pueda dormir.
Segundos.
Minutos.
Horas.
Días.
Tiempos.