Vínculos Rotos

Se había dedicado a los demás.
Para muchos seguía siendo un intento egoísta.
Y talvez lo era.
Él se sentía útil al estar con los demás,
al oírlos,
al ayudarlos,
se sentía servible al ponerse en un segundo o tercer plano.
Sentía que su vida tenía sentido.
y estaba bien olvidarse de él mismo.
Si tenía otros.

Pero,
esta vez,
no había nadie.

Se habían marchado,
y aunque él sabía ese sentimiento,
y aunque él lo conocía desde hace mucho,
quizás desde sus primeros intentos de pasos agigantados.
él sabía que estos días llegarían,
y aunque guardaba en una cesta bien cuidada todos esos recuerdos que él
consideraba hermosos, todos esos abrazos fuertes, todas las miradas de agradecimiento,
todos los sueños y planes.

No eran suficientes para hacerlo olvidar el doloroso sentimiento de la partida,
sin él irse,
el sentimiento de quedarse abandonado.
se preguntaba a él, a su dios y a las estrellas....
¿Cuántas veces más?

Pero ni él, ni dios, ni las estrellas tenían una respuesta.
Era débil.

Parece siempre una broma de la vida,
Él seguía creyendo firmemente en aferrarse a las personas,
en demostrarles que su corazón podía palpitar en dos cuerpos,
creía que podía haber, de alguna forma, una conexión invisible,
entre los corazones, y que podían -tal vez- permanecer así, por una buena cantidad de tiempo.

Y él lo sentía, y estaba seguro que los otros lo sentían,
pero,
tal vez,
era miedo... aquello que hacía que los demás cortaran sin pensarlo e impulsivamente ese vínculo.
O tal vez, era él.

Y él lo sabía.
era él.
y nada más que él.

Yo también lo siento por no poder escribirte un final feliz, pero aquí estoy, con vos.
No voy a romper ese vínculo, te lo prometo.
Yo no.