Cada letra,
cada tecla de esta computadora,
produce notas musicales,
que me hacen temblar,
que me dan escalofríos,
que quisiera que pudieras oír,
porque tal vez,
la lluvia,
o mis años,
o este año,
tal vez,
estos vientos,
y sus cambios sin aviso,
me han desvelado,
descubierto mi piel,
y al caer la noche,
y la luna se asome por mi ventana,
me quiere saludar,
se quiere despedir,
mientras yo,
sentado,
en la silla color cyan ubicada en la terraza de mi cuarto,
no soy,
ni por cerca,
lo que querés,
ni lo soy para mi mismo.
soy una sombra,
que se esconde,
que habla -a veces-
que quiere hablar -siempre-
pero que tiene miedo,
de destruir,
de acabar con todo,
de quedarme vacío,
otra vez.
y el otra vez,
se repite,
en las paredes,
en los dibujos,
en las fotografías,
en los escritos,
en mi piel,
en mis ojos,
en mi boca,
en mi,
en lo que soy,
otra vez,
y lo repito,
otra vez,
y los cierro...
mis ojos,
abro mis manos,
las muevo sin sentido,
las notas...
las siento,
más volumen,
más mi piel se eriza,
más me voy,
lejos de esta segunda planta,
de este cuarto doble
con división hechiza,
más veo la luz,
de la nada,
mi cabeza se mece con el violín,
y mis pies se elevan del piso
genérico de manchas blancas,
y ¿en medio?
la voz atraviesa mi corazón,
ese organo,
a veces no entiendo,
si de verdad siente,
o es mi imaginación,
en las noches cuando abrazo
dos almohadas,
me cubro,
y el ventilador cubre mis llantos,
con su ruido,
y su girar continuo,
no soy yo,
no soy totalmente yo,
soy sólo otro,
escribiéndo
espontáneamente,
sin pensarlo,
sin hablarlo,
aunque este solo,
yo hablo solo,
sólo yo me entiendo,
sólo yo sé quien soy,
y a veces,
no soy más
que el otro,
el que no es,
el que no se esconde,
el que sonríe raro,
y vos te vas,
y vos te rendís,
y yo también,
y el mundo también
y entonces,
¿que hacemos si todos nos rendimos?
y yo amo,
y vos también
y parte del mundo también
¿y entonces?
y ¿cuál fue el punto?
¿cuál fue la idea?
el principio,
y....
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