Me has inspirado...
De cierta forma.
Vos, ahí como un ser con tantas manos,
y nadie que te las sostenga por un par de momentos.
Ahí, sentada con el cristal liquido en tu frente,
sabiendo y comiendo un poco de todos,
pero aún vacia.
Con tu voz de algodón azul, diciéndote a vos misma,
una y otra vez.
todo va a estar bien.
Y en tu ventana, la lluvia rompiéndo los cristales del silencio.
Si existiera un premio,
un reconocimiento, una especie de canasta navideña de fortaleza,
vos la tendrías,
pero nadie te postularía,
porque ubicarnos en este lado de la luz,
no es el mejor para que nos vean,
porque decidimos mantenernos parados,
en lugar de sentados,
porque nos moviamos sin cambiar de lugar,
mientras los demás daban vueltas en lugares que
nosotros no imaginamos.
Porque disponerse del otro lado de la línea amarilla del concreto,
era aceptar nuestras posiciones transparentes emocionales,
es demostrar nuestra frágil armadura,
hecha con una combinación de recuerdos, sentimientos e ideales.
Y ambos sabemos que todo eso puede romperse fácilmente.
Y ahí seguís,
en la eternidad del sufrimiento,
y en la espera permanente,
de que la luz pueda un día,
darte un pequeño brillo.
en las curvas de tu cabello,
y que el calendario de tus días grises,
marque en un día una estrella,
donde tu silente sueño puede aparecer.
Curiosos son los sueños,
porque son borrosos,
porque dicen... que son...
sueños.
y al caer en dicha categoría,
son ilusiones,
curioso que nos inyecten de vez en cuando,
las ganas de soñar,
pero que no nos den el antidoto,
para cuando hemos esperado tanto,
no nos sintamos decepcionados.
Y curioso es que nos bofeteen con la idea de no soñar,
porque todo es una fantasía,
y eso... no es realidad.
pero nos quedamos con una duda sembrada en el pecho,
justo donde de vez en cuando oímos un sensible organo palpitar,
como las agujas de reloj marcan la hora.
¿Adónde vamos?
Es aún más curioso, que ni vos.
ni yo.
ni nadie tenga una respuesta.
Por eso regresamos a la sala que tanto conocemos,
la sala vieja, pero cómoda,
pequeña pero reconfortante,
donde guardamos los papeles,
de los días de atrás,
ocho años de intentos
y fracasos,
y sueños
e ilusiones,
y canciones,
y recuerdos.
y detalles,
y dolores.
y seguís ahí.
Y yo acá.
nadie te va a dar el mérito,
de ser Santa Andrea de la Nostalgia,
talvez nunca cumplás ningún milagro,
y talvez nunca llegués a ver a nadie
cruzar la puerta,
mientras estés en la mesedora café,
tejiendo memorias inexistentes.
Que es mejor a coser decepciones,
y bordar pesadillas.
Te admiro.
Desde mi corazón
cargado de maletas de espinas.
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