Me despojé de mi ropa.
me vacié el cerebro.
me mutilé la memoria.
y me inyecte una mentira anunciada.
besé tu cuello,
y me quedó el sabor a violencia.
conocí desiertos y te los nombré uno a uno.
mis rodillas tocaron el suelo,
y mi frente tu mano.
mi orgullo se sentó en el asfalto,
y mis tesoros fueron saqueados.
mi tranquilidad se tornó tornasol,
y el negro era su color más obvio.
tu piel tiene accidentes,
que mis inexpertos blancos causaron,
me convertí en mi propia trampa,
y el reflejo no me conocía.
llamados intentos,
y congeladas silabas,
papeles rotos,
y gritos encerrados.
El eco me recuerda,
me aterra cuando cae la estrella gris.
y vos en el pajar,
tus cortinas rojas te ocultan.
dan vuelta las aspas,
y el ruido te endormece.
no bastó con el rojo profundo,
ni con el palpitar constante.
tire el cuerpo en la vertiente,
un segundo pensar no me invadió.
soy el culpable del delito.
y soy la razón de la carga.
no hay hechos lentes,
para observar tus ces, ni aches.
no hay espacio entre mis dos alas,
para sostener tu e-ge-o
no puedo guardar el gotero,
aún sigo recolectando las lluvias,
un día estará en la ventana,
donde estaba el perforador.
un día, y no es posible.
tus homóplatos se van a hacer pequeños
vas a ver la pólvora.
el ruido, y el color.
un día, y es posible,
todos los gramos oxidados,
y las libras corroidas,
se irán por el tragante de los olvidos.
nada es tan naranja,
ni los bosques tendrán ese recuerdo.
ni los buses, ni las calles,
todo está pavimentado ahora.
En una caja deposite,
una bolsa de té,
todos esos pedacitos que tiraste,
los recogí, y no me los puse de nuevo.
Los dejé en la bolsa,
que se consumirá sola.
que será una ceniza.
y el escritor la astilla.
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